BELGRADO.- Eurovisión no bailó el 'Chiki-Chiki'. El preparado resbalón que la bailarina de Chikilicuatre daba durante la actuación se convirtió en la mejor metáfora para ilustrar la actuación española en el Festival de Eurovisión.
España apostó por viajar a este certamen con una broma en lugar de con una canción y al público no le hizo mucha gracia. A pesar de todo, la gamberrada cocinada por la factoría 'Buenafuente' sirvió para mejorar los últimos fracasos. El representante español finalizó su aventura eurovisiva en 16º lugar (le votaron 13 países), el mejor puesto de los últimos cuatro años.
"Gracias por el apoyo de la gente, que ha sabido entender que era una canción con buen humor. Eso era lo más importante. Otra cosa son las votaciones, que se sabían desde anteayer", comentó el propio Rodolfo Chikilicuatre nada más conocerse el resultado final. "El 16º es un puesto digno", continuaba, "incluso por encima de Francia, que era mi favorita".
La victoria fue a parar a Rusia, que gana por primera vez este certamen y que será la encargada de organizar la próxima edición. Su representante, Dima Bilan, lo consiguió en su segundo intento, ya que ya fue segundo hace dos años en Atenas.
Considerado como uno de los máximos favoritos, se benefició del apoyo de todas las repúblicas surgidas de la extinta Unión Soviética -en la final votan todos los miembros de la UER (Unión Europea de Radiodifusión), no sólo los finalistas-, donde es un ídolo de masas. También de la popularidad de su cómplice sobre el escenario: Eugueniy Plushenko es ex campeón olímpico de patinaje.
También España se benefició del paisanaje. Andorra concedió sus 12 puntos al 'perreo' español –"gracias Andorra", afirmaba la bailarina Disco- y Portugal contribuyó con otros 10 para una recolección final de 55 puntos. En realidad, todo el proceso de votación es un ejercicio de diplomacia popular, el mejor termómetro para medir las filias y fobias de cada país.
La otra gran favorita, Ucrania, terminó finalmente segunda, pero se lleva la victoria moral de haber sido la más aclamada (al margen del país anfitrión) de todas las participantes en el Belgrado Arena. El sonido juvenil de la cantante griega completó el podio virtual.
Por mucho que desde España hayamos intentado introducir una clave de humor al Festival, Eurovisión no se toma muchas licencias. Eurovisión es Eurovisión, que diría Boskov. Cada año, los más fieles seguidores de este concurso tienen que padecer alguna representación más o menos discordante, pero en general nadie se sale de ese abecedario eurovisivo que son las baladas y los alegres ritmos bailables.
Mientras que con el resto de canciones el público del Belgrado Arena entonaba entregado sus estribillos, con el 'Chiki-chiki' cesaron los coros y los bailes. Se enfrió el ambiente y se escucharon silbidos (esperados, dada la postura reconocida de los puristas). "Es muy emocionante que te silben y te da más ánimo para seguir", les restaba importancia antes de la gala el propio Rodolfo Chikilicuatre. La llegada de los serbios recuperó los aplausos, tantos que consiguieron tapar el abucheo en la despedida de España.
No hubo más sorpresas de las previsibles: Chikilicuatre ¿cantó? su canción entre los sustos, por las explosiones pirotécnicas de su coreografía, y Gráfica, su bailarina menos bailarina, volvió a rodar por el escenario. Incluso la postal de presentación se emitió correctamente, después de que la segunda versión presentada ayer por la televisión serbia, con el catalán tornado al castellano, también incluyera errores.
Poco antes de la gala, el humorista se daba por satisfecho "sólo por participar y haber podido vivir esto" y enviaba un mensaje a la organización, que había pedido a España que enviara mejores canciones: "Igual se tendría que acabar el festival, porque las demás no son muy allá".
Si le oyeran los eurofans... Los pasajeros de ese transatlántico que es el Festival son celosos protectores de sus criaturas –hasta el punto de que en el 'Euroclub', la discoteca oficial del certamen, sólo se ponen canciones que hayan pasado por aquí–, por eso la primera canción de cada año es la ganadora de la edición anterior y se le rinde pleitesía.
Marija Serifovic abrió el fuego musical e hizo temblar los cimientos del espectacular pabellón serbio. Un año después de su triunfo, es un ídolo de masas en Serbia y su ambigua puesta en escena cosechó la ovación más rotunda de la noche.
El excesivo e injusto peso de la parrilla de salida cercenaba las posibilidades de la primera canción de la noche: la rumana, una de las grandes favoritas antes de conocerse que ocuparía esta posición.
Fue la representante portuguesa, Vânia Fernández, un producto más de esa factoría global que es 'Operación Triunfo', la que agitó el avispero en el Belgrado Arena.
En la parte final del Festival comparecieron otros de los principales actores del concurso. Sèbastien Tellier, apoyado por el diseñador Jean Paul Gaultier, representó a Francia con una buena canción, pero muy poco festivalera; y Noruega cerró con una tranquila balada.
Tras las votaciones, la alegría rusa y la decepción de la mayoría escondía otra victoria española: para el próximo año, varios países adoptarán el modelo patrio para elegir a su candidato. En el horno que es internet ya empiezan a cocinarse los herederos de Chikilicuatre.
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